Gala Flamenca

Suma de indivualidades

El título de la propuesta habla por sí sólo. ‘Gala Flamenca’. Una fórmula que ideó el productor Miguel Marín para el ‘Flamenco Festival’, hace ya bastantes años, para reunir en un mismo escenario a jóvenes y primeras figuras de la danza jonda. Cuyos resultados han dependido siempre de la calidad de los protagonistas.

En esta ocasión, Antonio Canales ha sido el padrino de honor de emergentes bailaores como Jesús Carmona y Karime Amaya, y del bailarín Carlos Rodríguez. Todo ello bajo la dirección de Ángel Rojas, la otra mitad del Nuevo Ballet Español. Ellos fueron los encargados de darle forma a una obra enfocada para más allá del Atlántico. Liviana de planteamientos. Con una funcional y lironda puesta en escena. Vertebrada en nueve movimientos estancos por el que iban interviniendo cada uno de los participantes. Y sustentada en una terna musical amplificada de forma inalámbrica. De esta manera, permitía una libertad de oscilaciones por el proscenio que a la postre resultaron demasiados hieráticas. Incidiendo en demasía en un solo espacio.

Presentación romanceada de toda la compañía. Mano a mano entre cante y baile. Con una luz lúgubre. Buscando el intimismo, que se desquebrajó con el abandolao. Primero Karime Amaya. Lo racial. Turno de Carlos Rodríguez. Lo clásico. Un puente entre ambas vertientes, Jesús Carmona. Y un referente, Antonio Canales. Tan sólo unas breves pinceladas para dar paso al sentir dancístico de Carlos Rodríguez. Colocación, técnica y un mare magnum de giros y mudanzas. Soleá por bulerías edulcoradas con estribillos corales.

Paso a dos. Jesús Carmona y Lucía Campillo. Percutivos tras el sabor de la trilla. Conectados. Jugando con los cenitales. Bailando al cante. Estilizados. Bien rematado.

Se acerca el final de la primera parte. Antonio Canales en escena. Por tangos. Juguetón. Cantándose y bailándose. O viceversa. De negro. Color que lo desdibujaba de la escena. Ya que se perdía entre el elenco musical. Pero daba igual. Como los buenos toreros, con el paseíllo basta. Y se paseó a su forma. Con su impronta. Dejando retazos de lo que fue y de lo que es. Fin de la primera parte.

Se abre el telón. Impera el rojo. Trio de bailaoras. Caracoles con bata de cola. Lucía Campillo, Carmen Roy y una ceñida Karime Amaya. Entrelazando sus intervenciones. Muy visual. Seguimos en la familia de las cantiñas. Alegrías con Jesús Carmona. Electrizantes. Extensa en el minutaje. Donde el bailaor catalán tiró de técnica y recursos. Los cuales no le faltan. Pero adoleció de sosiego. Demasiada información para digerirla tan rápidamente. La calma llegará con el tiempo.

Seguiriya. Karime Amaya. De rompe y rasga. Fuerza y corpulencia. Vigor dancístico. Seduce. Impresiona. Y hace vibrar al respetable. Este se acaba. No sin antes brindarnos un serial por bulerías. Donde Canales y Carmona brillaron con luz propia.


Carlos Sanchez, le 23/02/2014

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